Documento de la Alianza Social Continental


- Artículos de actualidad sobre Salud

La Salud y el Libre Comercio

Las políticas económicas de libre mercado implementadas en las últimas décadas a través de Programas de Ajuste Estructural (PAEs) y los Tratados regionales y bilaterales de Libre Comercio (TLCs) han tenido un tremendo impacto negativo sobre la salud de la población mundial. Hoy por ejemplo, no cabe duda que las epidemias de VIH/SIDA se encuentran generalizadas en los países más pobres y concentradas en los países industrializados entre los grupos de población más empobrecidos. En América, la prevalencia del VIH/SIDA es más alta en las naciones con poblaciones paupérrimas como Haití y República Dominicana (75% del total de las personas que viven con VIH en el Caribe) y en los vecindarios habitados por los grupos poblacionales más desfavorecidos económicamente en naciones como Brasil y Estados Unidos. En este último país, la epidemia afecta desproporcionadamente a las minorías raciales que viven por debajo de la línea de pobreza. Dentro de este contexto, investigadores de los Centros para el Control de las Enfermedades (CDC) han empezado a trabajar la hipótesis según la cual el principal factor de riesgo para infección con VIH en las personas heterosexuales es precisamente el habitar en los barrios más pobres. Este caso apenas es un ejemplo de la asociación entre enfermedad y pobreza.

La economía neoliberal con sus secuelas de deterioro del medio ambiente, ruina de la producción, especialmente de las agriculturas nacionales, desempleo e incremento dramático de la migración ha creado las condiciones socioeconómicas y culturales que a través de factores como la desnutrición y el stress psicológico causan enfermedad en las poblaciones afectadas. Igualmente, las reformas a los sistemas de salud impuestas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional con su énfasis en la privatización y descentralización de los servicios de salud han destruido la ya deficiente infraestructura hospitalaria, los sistemas existentes de control de enfermedades como la malaria y la tuberculosis y eliminado el acceso a servicios médicos para quienes más lo necesitan. Es una verdadera vergüenza que en los Estados Unidos la privatización del sistema haya condenado a 47 millones de habitantes a vivir completamente desprotegidos sin seguro de salud. El desastre causado en el continente americano por estas las políticas se profundiza con los tratados de libre comercio, NAFTA, CAFTA y numerosos tratados bilaterales, en los cuales y con el argumento de la defensa de la propiedad intelectual se protege el asalto de las compañías farmacéuticas transnacionales sobre los medicamentos genéricos, los más accesibles a la población por comercializarse a precios más baratos.


Algo de Historia

El que las leyes del mercado no favorecen la salud de la población no es algo nuevo. Desde su surgimiento y como consecuencia de las enormes desigualdades sociales que lleva implícita, el impacto del libre comercio sobre la salud ha sido objeto de denuncia. Desde el siglo XIX numerosos estudios identificaron al sistema de libre mercado como el principal determinante macroeconómico de la enfermedad. De hecho, las primeras medidas efectivas de lo que ahora se conoce como salud pública fueron implementadas en la primera mitad del siglo 19 en respuesta a los gravísimos problemas sanitarios originados con el desarrollo de las sociedades de libre mercado y a la exigencia de los trabajadores que en distinto países reclamaban condiciones de labor más saludables y oportuna atención para la población enferma.

Un siglo después, los bombardeos de la aviación nazi durante la Segunda guerra Mundial obligaron al gobierno británico a centralizar y coordinar los servicios de salud. Esta circunstancia sumada a la presión del movimiento social que venía de años atrás, permitió que en 1948 se estableciera el Servicio Nacional de Salud (NHS ) en Inglaterra con base en los siguientes principios: 1) Completa financiación Estatal con fondos provenientes de los impuestos. 2) Atención integral de salud sin excluir ninguna clase de servicios médicos, odontológicos, hospitalarios o de prevención. 3) Atención gratuita en salud para cualquier miembro de la población en el momento oportuno en que las personas la necesiten. Este logro demostró que si el Estado asume su responsabilidad social es posible ofrecer atención de salud de acuerdo con las necesidades de una nación.

El médico e investigador inglés Julian Tudor Hart fue de los primeros en advertir la amenaza que representaba para el sistema de salud de su país la recuperada iniciativa de los ideólogos del libre comercio. En 1971, el doctor Hart formuló la ley inversa del cuidado de la salud, según la cual a mayor intervención de las leyes del mercado en un sistema de salud, menor cobertura y más pobre calidad de atención médica para los sectores de la población que más la necesitan. La vigencia de la ley inversa de la salud ha quedado demostrada en los países americanos con la puesta en marcha durante los últimos años de una estrategia ligada a los planes de las entidades financieras internacionales, y los tratados de libre comercio firmados por los Estados Unidos con gobiernos de la región. Estrategia orientada a imponer reformas de los sistemas de salud que benefician a los inversionistas privados y a las grandes compañías farmacéuticas, de seguros y prestadoras de servicios.

Los sistemas de salud basados en las leyes del libre mercado conllevan a que solo una minoría tenga acceso a cuidados preventivos y servicios médicos sino también a que únicamente unos cuantos privilegiados tengan acceso a las formas de medicina más avanzada tales como la salud personalizada o salud con base en el estudio del genoma individual. El modelo neoliberal en salud ofrece la mejor atención para unos pocos. Para la Alianza Social Continental por el contrario, la salud es un derecho de la población y en cada país el Estado debe asumir la responsabilidad de protegerla.


Privatización y Descentralización: Ejes de Las Reformas en los Sistemas de Salud en América Latina

En el contexto de las reformas neoliberales imperantes en la región y de las políticas de salud promovidas por los organismos financieros internacionales, América Latina y el Caribe han experimentado profundos procesos de reformas en sus sistemas de salud durante las últimas décadas. Los principales objetivos anunciados de estas reformas han sido: la redefinición en la estructura de financiamiento del sistema con el argumento de brindarle mayor sustentabilidad; la ampliación de su cobertura y acceso, especialmente en los sectores más desprotegidos; y el incremento de la eficiencia en la prestación de servicios. A su vez, diversos instrumentos se han propuesto para lograr tales objetivos incluyendo entre otros la integración institucional y la separación de funciones.

Sin embargo, tal como lo han señalado diversos estudios las dos principales estrategias que se han promovido en todos los países en donde se han implementado reformas son la privatización y la descentralización de los servicios de salud. Los sistemas de aseguramiento privado a los cuales se les garantizan altas tasas de rentabilidad reemplazaron la prestación de servicios de salud brindados anteriormente por el Estado y por los Seguros Sociales y el manejo centralizado a nivel nacional de los dineros, recursos y programas se descargaron en los entes administrativos regionales y locales. En los países en los que se han implementado reformas neoliberales, los Ministerios de Salud, cuando no han desaparecido han quedado reducidos a servir de árbitros o moduladores de la competencia entre las fuerzas del mercado a las cuales se le ha entregado el “negocio de la salud”.

El origen y filosofía de estos cambios se encuentra principalmente en 3 diversas fuentes. Una de ellas es el Informe para el Desarrollo Mundial (1993) del Banco Mundial, que propone una serie de prioridades en los mecanismos de financiamiento público para intervenir en salud, como así también plantea la necesidad de promover espacios de participación privada y de competencia. Otra, es la Estrategia para los Sectores Sociales del Banco Interamericano de Desarrollo, de 1996, en la cual se propone dar un nuevo impulso a estas reformas en el ámbito regional. El tercero, es el Informe de la Organización Mundial de la Salud (2000), que insiste en avanzar en las reformas de salud señalando los diferentes aspectos a los cuales se les debe dar prioridad. Un análisis y crítica de las políticas formuladas en estos documentos no deja duda de la existencia de una estrategia coherente de los organismos financieros internacionales para entregar la salud a la voracidad del capital.

El proceso de implementación de las reformas de la salud ha sido lento y su resultado no ha sido el inicialmente formulado por sus defensores. Por el contrario, la crisis de la salud en los países afectados ha llegado a extremos impensables aun dentro de los deficientes e inequitativos sistemas de salud que existían anteriormente. La realidad de la región es la prevalencia de las asimetrías, desigualdades y enormes problemas en la atención de la salud de la población. Ni se ha logrado la tan anunciada cobertura universal, ni los grupos de población que cuentan con algún tipo de seguro médico reciben un servicio oportuno ni apropiado para sus necesidades. Por el contrario, La ley inversa del cuidado de la salud se ha corroborado una y otra vez en la medida en que se ha permitido a las leyes del mercado hacer de las suyas en el sector de la salud. No podía ser de manera diferente pues aunque gobiernos de diferentes partidos políticos han dirigido la implementación de las reformas, en muchos casos han prevalecido las orientaciones macroeconómicas generales derivadas del Consenso de Washington.

En algunos casos, las reformas han tenido un carácter global, es decir, implicaron profundas modificaciones (o la sustitución) de la legislación sanitaria básica; tuvieron importantes consecuencias intersectoriales; afectaron a la mayoría de las funciones del sector sanitario; modificaron sustancialmente las relaciones entre los actores públicos y privados existentes y abrieron espacios para la aparición de otros nuevos de carácter privados (Bolivia, Colombia, Paraguay, Puerto Rico y República Dominicana). En otros casos, las reformas han sido parciales afectando principalmente los servicios de atención a las personas de uno o varios de los subsistemas públicos del país, como en los casos de Argentina y México—, de la estrategia de implementación desarrollada (Argentina, Ecuador y Perú), o de la función sectorial afectada: por ejemplo, mediante la adopción de un nuevo modelo de gestión para algunos centros dependientes de los ministerios de salud, instituciones de seguridad social o ambos (Costa Rica, Jamaica, Nicaragua y Panamá).


En Defensa de la Salud de la Poblaciones del Continente Americano

Al deterioro de la salud de la población y a la ineficiencia de los sistemas de salud productos de las reformas neoliberales se suma el detrimento de las condiciones laborales dentro y fuera del sector salud. La subcontratación, los recortes salariales, la perdida de garantías laborales conseguidas durante un siglo, el desempleo de personal calificado, la pérdida de calidad en los procesos de formación, los cada vez mayores recortes a su capacidad de negociación colectiva. Todas estas razones han hecho que miles de personas se hayan vinculado al proceso de defensa de la salud pública en contra de las políticas neoliberales y de libre comercio que han hecho de la salud un negocio más, en el cual lo que se busca es obtener ganancias y no atender este principalísimo derecho de los habitantes.

Dado que tanto los habitantes de las ciudades como los pueblos originarios, los campesinos, las mujeres y en general toda la población experimenta a diario las enormes dificultades de acceso a los servicios médicos y a las medicinas esenciales, en todo el continente se libran luchas sociales de los usuarios y de los trabajadores y trabajadoras del sistema de salud y es notorio el aumento de los académicos interesados en mejorar la salud de la población que critican el modelo vigente. Al mismo tiempo, gobiernos progresistas de la región adoptan medidas para asegurar el acceso a los medicamentos genéricos, mejorar el nivel de vida de los trabajadores y trabajadoras de la salud y asegurar niveles aceptables de atención.

Es necesario articular estas luchas, la defensa de la salud de la población no da espera y es necesario desencadenar un proceso de intercambio de experiencias de lucha, coordinación continental y ampliación de la protesta. Para ello la Alianza Social Continental propone la realización de un encuentro continental durante el segundo semestre de 2008 en el cual confluyan las organizaciones profesionales, de usuarios y sociales interesadas en el tema para elaborar un manifiesto y un plan de lucha, así como para crear mecanismos de coordinación continental y subregional que vigoricen el movimiento y contribuyan a fortalecer los mecanismos y organizaciones existentes.

Alianza Social Continental